Como el coaching ontológico puede ayudar a reducir la grieta

Eli Szein
25 febrero 2022

¿No les pasó alguna vez no poder compartir eventos familiares, conocer más profundamente a alguien, mantener amistades o tener conversaciones amigables por miedo a una pelea política o por la postura ideológica de la otra persona?

Esto me lleva a preguntarme: ¿Qué nos perdemos cuando no podemos conversar e intercambiar con el otro? ¿Cómo podremos llegar a acuerdos -en el trabajo, en la familia, en la política- cuando sentimos que no podemos “ni ver” a quien tenemos enfrente?

La grieta, o la polarización, se ve en la vida cotidiana cuando nos cuesta relacionarnos con personas de identidades ideológicas diferentes. Cuando existe una dificultad de convivencia con personas que se encuentran en lo que consideramos que es el “otro bando”. Generamos estas identidades a través del lenguaje, a través de lo que decimos (y nos decimos) sobre nosotros y sobre los demás.

El coaching ontológico propone -y no es el primero en hacerlo- que a través de las palabras generamos nuestro propio mundo. Básicamente, gran parte de lo que decimos o pensamos son juicios (o prejuicios): calificaciones que hacemos sobre la realidad y sobre nosotros mismos, basándonos en experiencias pasadas, en nuestra historia personal, en nuestro contexto presente y, también, en las apreciaciones de nuestra comunidad y de nuestra familia.

A veces, incluso formamos esas opiniones basándonos en ideas que ya teníamos y terminamos llegando a conclusiones de las que no podemos encontrar hechos concretos que las justifiquen. ¿Está mal tener juicios u opiniones? Claro que no. Tampoco está mal tener diferentes puntos de vista.

Sin embargo, en ocasiones esos juicios se agrupan en identidades sociales y partidarias, y esas identidades se adjudican la identidad nacional y moral. Muchas veces ni siquiera existe una relación conceptual o histórica entre esos juicios: entonces un “X” es inmediatamente un “Y”, un “Z”, un “J”… Una cadena de adjetivos que el lector sabrá completar.

Estamos creando nosotros mismos un mundo en el cual hay dos bandos que se identifican con tales juicios y, a su vez, consideramos que el nuestro es superior al otro. Donde lo que está en juego es “la verdad”, “la moralidad”, “el ser de bien” y “lo correcto”, por dar algunos ejemplos.

¿Y qué podemos hacer? Desde el coaching ontológico, siempre proponemos hacernos preguntas.

Preguntarnos, por ejemplo, en qué nos basamos para pensar lo que pensamos.

Si eso en que nos basamos es un hecho concreto o una opinión sin sustento.

Si efectivamente un “X” es inmediatamente un “Y” o se trata de una relación arbitraria.

Qué nos estamos perdiendo cuando nos cerramos a hablar con un otro.

Qué posibilidades se abren para nosotros y para nuestra comunidad cuando permitimos conversar y escuchar a alguien “del otro bando”.

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